RFM
Un identificador personal con las siglas de mi nombre completo
La importancia de una fecha es para indicar tan sólo un punto de partida. A la edad de 6 años pude sostener una cámara fotográfica por primera vez, tan sólo tengo un fuerte recuerdo de su tacto metálico frío y una diminuta ventana en la que esconder la mitad de mi mirada. Era de mi tía Ángeles Mora y estábamos en La Rosaleda de los Jardines de Méndez Núñez en La Coruña.
En la época en la que comencé con la Fotografía (a la edad de 10 años, 1978) únicamente disponía de revistas y/o libros que tenía mi abuelo en la biblioteca de su despacho en su casa de Pontevedra, algunos de esos libros de Fotografía aún los conservo como un tesoro, en especial tres de ellos de Antoine Desilets. Es gracias a ellos dos (mi abuelo y al fotógrafo canadiense) por tanto, a quienes sin duda alguna les debo ese despertar en mi interés, no sólo por toda mi formación de entonces sino por haber llenado mi cabeza y mi corazón de Fotografía.
La Fotografía, ¿primera cámara?
La importancia de una primera cámara es la misma que para una fecha de inicio.
A mis 10 años, mi abuelo me regaló una Kodak Brownie nº 2 (que aún conservo y que pronto cumplirá los 100 años) y se puede decir que fue mi primera caja (como a mí me gusta llamar a las cámaras), pero en realidad pasaron varios años más hasta que tuve en mis manos mi primer equipo completo de Fotografía – también de mi abuelo, aunque el regalo lo hizo mi abuela -, formado por una Minolta 7s negra con su funda, un maletín de cuero, un mini trípode, un flash antorcha, un par de filtros, un parasol y un Spiratone Mirrotach (conservo todo ese material excepto el flash y los filtros) y fue con ese equipo y ya con el formato de 135 mm con el que pude disfrutar de más cantidad de errores.
La Fotografía, ¿qué es?
Sufrimiento. No hay espacio en la red para escribir mi conexión con ella. Si busco una definición personal: «Un proceso creativo visual, que comienza con un lienzo en negro, no cuadriculado y con un valor técnico pero humano dentro de ella», me vale.
La Fotografía, ¿por qué?
Al principio me gustaba porque aprendía, luego me gustaba porque descubría, y mientras todo eso acontecía, porque disfrutaba. Supongo que ahora me gusta porque por inercia sigo haciendo esas tres cosas con la misma ilusión del primer instante. Pero dentro de esos gustos hay muchos más, me gusta ser quien observa, me gusta esconderme detrás de un visor, me gusta la oscuridad de un laboratorio, me gusta el olor a humectante, me gusta ver aparecer un negativo mojado, ver la magia de un papel sensible. Y aunque me gusta escuchar el sonido de una cámara digital en ráfaga, lo que más me gusta es ese pequeño lapso de tiempo que se detiene para cada una.
La Fotografía, ¿para qué?
Nunca me he limitado a una disciplina a la hora de buscar un motivo. Bien es cierto que tengo especial inclinación por cualquier tipo de forma que devuelve la luz y la sombra. Eso ya lo es todo.
Tras tanto profundo estudio general de La Fotografía, me ha gustado descubrir que ciertos autores ya habían pasado por esa parecida manera de mirar, pero para identificarme con ellos. Tan sólo he buscado complicidad en ese aprendizaje, siempre, pero jamás he querido sentir ninguna autoridad o influencia. Mi orgullo – aunque pretende trabajar imposible con una mirada impura – esconde y conduce una rebeldía fotográfica sin usar ningún molde previo.
Sin duda ese interés me empuja a poder contar mucho a mi manera con tan sólo detener un parpadeo, y que sea el mensaje que sea, que no me deje indiferente … desde luego que con las formas es inevitable que haya llegado a la abstracción en muchos casos o las ilusiones ópticas, algo que ha formado parte de mucho de mi tiempo en experimentos y experiencias, de mi manera de divertirme creando a la hora de ver.
Me interesa seguir buscando un motivo utópico a diario. Ese motivo que está más allá de lo personal, va más allá de un representación visual como tal, que llega al respeto para que La Fotografía en sí misma nunca deje de perder su esencia más básica, y con ello recupere la importancia y un puesto en la Historia que va mucho más allá de la clasificación clásica de Las Artes.
Aunque donde mejor me encuentro, es con una caja en la mano rodeado de la siempre imprevisible Naturaleza,
La Fotografía, ¿tu formación?
Soy informático y si me preguntas por las artes gráficas, mi formación es autodidacta, que nace de la primera respuesta arriba mencionada.
Hay muchos convencionalismos, malas interpretaciones y un muy mal uso del lenguaje en la Fotografía, y además ha sido muy mal tratada en su verdadera historia. A mi juicio, uno de esas cosas dadas por hechas, dadas por válidas, es la de no saberse ser uno un profesional si es que no se vive de ella, o si es que no se posee el equipo o la titulación adecuada. Y quizás esto podría hacerse extensible a otros campos artísticos. He ganado dinero con ella, sí tanto por trabajos directos como en exposiciones, pero el dinero o el equipo no hacen subir ningún peldaño de calidad.
Nunca he tanteado ganarme la vida con la fotografía, un ejemplo es la experiencia en mi vida laboral (Diseñador/Publicidad). He visto el riesgo que existe al dividirla. Por otro lado el dinero siempre ha sido un condicionante brutal para obtener material y equipo de trabajo, tanto más cuanto más joven era, para comprobar que tan sólo se necesita un ojo (ni siquiera bueno) pero bien pegado a la cabeza. Y por último tuve la oportunidad de matricularme para sacar un certificado oficial como fotógrafo, y la esquivé, para confirmar que habría evitado el riesgo cuadriculado en la enseñanza reglada y comprobar que la distancia que me separaba era tan sólo el fino filo de una cartulina oficialmente sellada.
Ha sido una inmensa suerte el haber escapado de todo eso y aunque existe la posibilidad en el tiempo para cambiar, me he convencido a mi mismo al menos que nada de todo ello es necesario para ser, y para vivir siendo un fotógrafo plenamente cualificado.
La Fotografía, ¿diseño gráfico?
Claro que lo es.
Creo que en mi vida ha sido al revés, la puerta del diseño gráfico se me abrió gracias a la influencia y/o mezcla del conocimiento y experiencia adquiridos con la Fotografía de un lado y de la formación académica orientado a la informática por otro. Ambos caminos se juntaron en uno – como comunicación visual – cuando si quiera la informática daba sus primeros pasos, a comienzos de los 80. No fue hasta mediados de los 90 que comenzó mi andadura profesional y laboral en ese campo gráfico y he de confesar que por desgracia la Fotografía pasó a un segundo escalón entonces, tanto por no ser lo fundamental de mi labor, como porque tenía que tratar la Fotografía como un medio para mentir.
La publicidad demandaba un exceso tratamiento de retoque, donde además las fotografías pasaban a ser un elemento de apoyo visual incompleto, a las que había que aumentar y corregir con logotipos, slogans o textos que las manchaban o dejaban de fondo. La libertad creativa quedó atada a un salario de cuatro paredes y aunque muchas otras puertas se abrieron y otros caminos por explorar enriquecieron varios aspectos fotográficos, la Fotografía quedó dividida entre la profesional y la personal, y para ésta última tenía menos tiempo libre. Unos años de sombras.
La Fotografía, ¿en blanco y negro?
El color – entendido como percepción mental – atrae y distrae a partes iguales, condiciona. Es útil tan sólo cuando suma. El blanco y negro sin embargo no tiene nada que perder, no echa nada a perder.
El blanco y negro es el lenguaje de los sueños, son los límites que engloban todo el término medio, los extremos de lo que está muy bien y muy mal. Ambos son el comienzo y el final en una fotografía. Todas, absolutamente todas las cámaras fotográficas “ven” la luz en blanco y negro.
¡El color siempre es más caro!
Tecnicismos y broma a un lado, me gusta porque aporta ese aspecto atemporal y quizás básicamente – y de modo inconsciente – porque ha sido el sedimento de todo mi aprendizaje y del entendimiento global que tengo por este sufrimiento.
La Fotografía, ¿tus obras?
Al margen de las pocas exposiciones realizadas, mi escaparate de cara al resto es parcialmente mi página web, este rincón electrónico donde una pequeña parte de mis obras hechas pixeles, pueden representar lo que veo, lo que siento y lo que hago, salpicando de vez en cuando en alguna red social con otras pinceladas a distinto nivel comunicativo.
No obstante, hace años que he pasado ya una barrera que no todos los fotógrafos son capaces de cruzar o no desean cruzar (en mi humilde opinión, claro está) y cuando el dinero no es un condicionante: “Mi fotografía, es tan sólo para mí”. Cualquier camino que venga después, es profundamente maravilloso. Y en ese sentido, siempre recuerdo a mi hija Alba que con apenas dos años, me dijo una vez “¡qué fotos más bonitas papi!”. No hay ya mejor recompensa.